Seamos honestos: diciembre es un mes maravilloso, pero agotador para el organismo de nuestros hijos (¡y el nuestro!). Las rutinas de sueño se rompen, el consumo de azúcar se triplica con los chocolates y postres, y las comidas suelen ser más pesadas de lo habitual.

Cuando llega enero, a menudo notamos que los niños están más irritables, cansados o, peor aún, que atrapan el primer virus que circula en la escuela. Esto no es casualidad. El exceso de azúcar y la falta de descanso pueden deprimir temporalmente el sistema inmunológico. Pero no entres en pánico, enero es el mes perfecto para el «reinicio». Y no, no hablamos de poner a un niño a «dieta», sino de nutrirlo para recuperar su vitalidad.

1. El mito del «Detox» en niños Es importante aclarar que los niños no necesitan jugos verdes «detox» ni ayunos. Sus cuerpos tienen hígado y riñones que funcionan perfectamente para eliminar toxinas. Lo que necesitan es dejar de sobrecargar esos órganos. La estrategia es simple: Volver al origen.

2. La Estrategia del «Escudo Cítrico» En pleno enero 2026, el frío es el principal enemigo. La naturaleza es sabia y por eso nos da cítricos en esta época.

• Más allá del jugo: Evita darles solo el jugo de la naranja (que es pura azúcar libre) y dales la fruta entera. La fibra de los gajos es vital para limpiar su sistema digestivo.
• El Kiwi, el rey oculto: ¿Sabías que un kiwi tiene más Vitamina C que una naranja? Si a tus hijos no les gusta la textura, prueba licuarlo con fresas en un batido matutino.

3. Legumbres: Energía de larga duración Tras el «subidón y bajón» de azúcar de las vacaciones, los niños necesitan estabilidad. Las legumbres (lentejas, frijoles, garbanzos) aportan energía de liberación lenta. Esto significa que tu hijo tendrá fuerza para jugar y estudiar durante horas sin ponerse de mal humor por hambre a media mañana.

• Truco de cocina: Si tus hijos rechazan los trozos de legumbre, tritúralos en las salsas de tomate para la pasta o haz hamburguesas caseras de lentejas. ¡Ni notarán que están comiendo hierro puro!

4. El factor hidratación En invierno, el mecanismo de la sed se «apaga» un poco en el cerebro de los niños. Sin embargo, la calefacción reseca las mucosas de la nariz y la garganta, que son la primera barrera contra los virus. Un niño bien hidratado tiene mucosas húmedas que atrapan mejor a los microbios. Ofréceles agua, sopas o infusiones frutales tibias regularmente, aunque no te las pidan.

Conclusión Este enero, no te obsesiones con prohibir, sino con sumar. Suma frutas, suma agua y suma descanso. En una semana verás cómo su energía cambia radicalmente.

¿Cuántas veces has hecho una lista de propósitos el 1 de enero que para el 15 de febrero ya está olvidada en un cajón? Nos pasa a todos. A menudo, cometemos el error de fijar metas individuales y aburridas («ir al gimnasio», «ordenar los juguetes»). Pero este 2026, en HolliKids queremos invitarte a cambiar el enfoque: Hagamos propósitos de equipo.

Cuando la familia funciona como un equipo deportivo donde todos tienen una meta común, la motivación se dispara. Aquí te explicamos cómo implementar los tres pilares que proponemos en nuestra edición impresa.

1. El Desafío de la Desconexión (El día sin WiFi) Vivimos en una era hiperconectada. Los niños ven a sus padres mirando pantallas y ellos aprenden a hacer lo mismo.

• ¿Cómo hacerlo real? No empieces intentando quitar las pantallas todos los días. Elige un bloque de tiempo sagrado. Por ejemplo: «Domingos de 4 a 8 PM».
• La caja de los celulares: Creen una «cárcel de celulares» (una caja de zapatos decorada) donde todos, incluidos papá y mamá, depositan sus teléfonos.
• El beneficio: Al principio habrá quejas (es el síndrome de abstinencia digital), pero a los 20 minutos, la creatividad surgirá. Es ahí donde nacen los juegos reales, las charlas profundas y las risas.

2. La «Cultura de la Amabilidad» en casa A veces, tenemos más paciencia y amabilidad con los compañeros de trabajo que con nuestra propia familia. El estrés de la rutina nos hace hablar en imperativos: «Ponte los zapatos», «Come rápido», «Vete a dormir».

• El frasco de los cumplidos: Coloca un frasco en la cocina. Cada vez que alguien vea a otro miembro de la familia haciendo algo bueno, escribe una nota y la mete ahí. Al final de la semana, se leen. Esto entrena al cerebro de los niños (y adultos) para enfocarse en lo positivo en lugar de criticar lo negativo.

3. Aprender algo nuevo juntos (El poder de ser novatos) Para un niño, sus padres «ya lo saben todo». Ver a mamá o papá equivocarse, intentar algo nuevo y reírse de sus propios errores es una lección de humildad y resiliencia increíble.

• Ideas: Compren un kit de jardinería y aprendan a no matar las plantas, intenten una receta de sushi casero (aunque quede fea) o aprendan 5 palabras en japonés. El objetivo no es el resultado, es la complicidad de decir: «¡Vaya, esto es difícil, pero lo estamos intentando juntos!».

Este 2026, que tu propósito no sea ser la familia perfecta de Instagram, sino ser una familia que se conoce, se divierte y se apoya un poco más cada día.

El termómetro baja, el cielo está gris y, a veces, la lluvia o la nieve nos impiden salir al parque. Para un adulto, un día de sofá y manta suena a gloria. Para un niño lleno de energía, estar encerrado puede ser sinónimo de aburrimiento explosivo.

Antes de que cedas a la tentación de ponerles la televisión toda la tarde, te proponemos transformar tu sala, pasillo o cocina en un centro de aventuras. Jugar dentro de casa no solo salva la tarde, sino que fomenta el pensamiento lateral: los niños aprenden a ver que una silla no es solo una silla, puede ser una montaña o un castillo.

1. Misión Imposible: El laberinto láser Este es un éxito garantizado para niños de 3 a 10 años.

• Preparación: Necesitas un rollo de papel crepé (del que se usa en fiestas), lana roja o cinta de pintor. En un pasillo estrecho, pega tiras de una pared a otra formando una «telaraña» irregular. Algunas deben estar altas, otras a ras de suelo y otras en diagonal.
• El juego: Los niños deben atravesar el pasillo sin tocar los «rayos láser». Si tocan uno, ¡suena una alarma (que tú harás con la boca) y tienen que volver a empezar! Esto desarrolla su psicomotricidad gruesa, equilibrio y paciencia.

2. Camping Indoor: La magia de las sábanas ¿Por qué a los niños les fascinan las cabañas? Porque los espacios pequeños y cerrados les dan sensación de seguridad y privacidad.

• El montaje: Usa la mesa del comedor como estructura base. Cubre los lados con sábanas grandes hasta que toque el suelo. Pon cojines dentro, sacos de dormir y, lo más importante, linternas.
• Actividad: Dentro del fuerte no valen las luces normales. Jueguen a hacer sombras chinescas con las manos o a leer cuentos de misterio usando solo la linterna. Incluso pueden hacer un «picnic nocturno» cenando sándwiches dentro de la tienda.

3. La Bolera de Pasillo (Reciclaje divertido) No tires las botellas de plástico vacías. Son los mejores juguetes.

• Cómo hacerlo: Junta 6 botellas de agua o leche. Si están vacías se caen muy rápido, así que llénalas con dos dedos de agua para darles estabilidad. Si quieres ponerte creativo, mete dentro un poco de pintura y agítalas para colorearlas desde adentro.
• El juego: Busca una pelota blanda (de espuma o incluso un par de calcetines hechos bola). Marca una línea en el suelo con cinta adhesiva y ¡a lanzar! Pueden llevar un marcador en una pizarra. Es genial para practicar matemáticas simples (sumar puntos) mientras se divierten.

4. La Cocina Sensorial (Panadería) El invierno huele a galletas y pan. Cocinar con niños es una actividad de «Mindfulness» (atención plena). Tocar la harina, amasar, ver cómo la levadura hace crecer la masa… es pura ciencia y arte. No te preocupes por el desorden; la harina se barre fácil, pero los recuerdos de cocinar con mamá o papá duran para siempre.

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