No es una coincidencia que el 9 de marzo dos de los más grandes productores de textiles de alta calidad, las fábricas de seda de Como, Ratti y Mantero, anunciaran su compromiso de “en caso de necesidad”, “compartir sus productos y materiales para apoyarse mutuamente en la producciĂłn, de acuerdo con la carga de trabajo” y de “tomar acciones en conjunto para proteger la producciĂłn, cumplir con las Ăłrdenes en curso y salvaguardar el empleo”. Esta declaraciĂłn está siendo leĂda como una jugada que habla muy bien de la industria y el emprendimiento textil y de vestimenta en Italia: y que sobre todo expresa muy bien su espĂritu.
Un buen momento para digitalizar
El coronavirus no ha interrumpido ni detenido el patrĂłn regular de trabajo, aunque se han estado adoptando relevantes medidas de seguridad (máscaras quirĂşrgicas, estaciones de trabajo bien espaciadas para los artesanos y descansos más largos). Las pre-colecciones de invierno, previstas para ser entregadas en mayo, están en el segundo estadio del proceso, con partes del proceso llevándose a cabo en Piamonte, LombardĂa y VĂ©neto, mientras las curtidurĂas funcionan en la Toscana y Campania.
El ensamblado de los atuendos se efectuará para finales de abril. Justo ahora las marcas de moda están trabajando en prototipos para el prĂłximo invierno y diseños para otoño que deben ser comunicados con rapidez a los contratistas, quienes están ahora ocupados con los atuendos ya terminados y el control de calidad. El año pasado, la Ă©poca de Pascua coincidiĂł con la de las vacaciones pĂşblicas y las fábricas se mantuvieron cerradas por tres semanas. Los gerentes encaran el prospecto de que el coronavirus irrumpa en su cuidadosamente planificada lĂnea de producciĂłn y puede que muchos lugares cierren de nuevo durante varias semanas, esta vez sin ninguna programaciĂłn de por medio.
El segundo aspecto: las tiendas están cerrando. Sandro Veronesi, de Calzedonia, y Giorgio Armani han liderado con el ejemplo, sin esperar por más instrucciones y las donaciones a los hospitales han aumentado (el CEO de Gucci, Marco Bizzarri, ha donado 100,000 euros a los servicios de salud de su pueblo natal, Reggio Emilia), pero la producción no se ha detenido. Hay demasiado por hacer.
Bottega Veneta dice que la marca espera por dos grandes Ăłrdenes de cuero de la Toscana, mientras Fulvia Bacchi, directora general de Unic-Lineapelle, confirmĂł que sus compañĂas han recibido “órdenes que casi exceden la capacidad de producciĂłn” y estarán ocupadas hasta finales de abril. En otras palabras, el negocio va como siempre. Tras una ralentizaciĂłn al final del año pasado, las casas de moda lĂderes, incluyendo a Salvatore Ferragamo y Aeffe, reportan un aumento en las Ăłrdenes.
Loretta Caponi, la marca de lencerĂa de lujo en Florencia que viste a buena parte de la realeza europea, dice que ha recibido Ăłrdenes por el equivalente a 400.000 euros desde enero. “Estamos viendo un declive en las Ăłrdenes individuales y, tal como cabĂa esperarse, en las compras en tiendas”, le cuenta a Vogue Guido Conti Caponi, sobrino de la fundadora,: “Mi madre Lucia está haciendo todo lo posible en este momento para digitalizar y actualizar los patrones de nuestro patrimonio en bordados, en particular aquellos de los años 60 y 70”. El bordado de esas dĂ©cadas es muy codiciado en lĂnea.
El espĂritu italiano
Algunos analistas apuntaron a una disminuciĂłn en las Ăłrdenes para la venta al mayor antes de que golpeara el coronavirus, pero Alessandro Maria Ferreri, CEO de The Style Gate, dice que la industria de la moda puede resistir los retos, incluso aquellos que amenazan su vida. “Durante los shows de moda, cuando el coronavirus estaba comenzando a expandirse, al menos tres cuartos de las Ăłrdenes ya habĂan sido efectuadas”, dice, “asĂ que no estaremos viendo las consecuencias de esta desaceleraciĂłn sino hasta los prĂłximos semestres”.
Otros observadores tambiĂ©n predicen la extraordinaria habilidad del mundo de la moda italiana para reaccionar a la crisis. El modelo de negocio operado por familias, que es el más usual dentro de muchas compañĂas pequeñas y medianas en Italia, está demostrando una vez más su Ă©xito en momentos como este. Puede que las casas de moda italianas sean intolerantes a la disciplina, tal como ha dicho The New York Times, pero las industrias textiles italianas continuaron trabajando durante los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. “La red”, en Italia, no es sĂłlo un apelativo corto para llamar a la Internet; es tambiĂ©n una trama social de apoyo y colaboraciĂłn. Por esta razĂłn la asociaciĂłn Ratti y Mantero es particularmente significativa. Y estamos seguros de que no será la Ăşnica, con o sin coronavirus.
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