¿cuáles son las verdaderas medidas de una modelo de tallas grandes?

En la actualidad, se considera que las modelos que tiene una medida superior a la talla 40 son «plus size». Esta talla, considerada normal para una mujer exterior al mundo de la moda, es la cifra límite, como una frontera entre las mujeres que ejercen de modelos. En un mundo cada vez más exigente, impulsado por las redes sociales y el culto de la imagen, estas mujeres pretenden dar un golpe en la mesa y demostrar que tener curvas no es incompatible con ser guapa, atractiva y deseable. Rompiendo todos los prejuicios en definitiva.


María Jiménez Pacífico, la modelo colombiana de talla grande con mayor reconocimiento internacional

María Jiménez Pacífico, tras la bulimia y dos violaciones, se convirtió en la modelo XL más importante de Colombia

Cuando María Jiménez Pacífico tenía unos 11 años, una compañera del colegio la invitó a su casa, obligada, dice, porque la mamá de la niña era amiga de la suya. Para poder jugar con ella tuvo que sumergirse en una alberca de agua estancada abandonada en el jardín de la vivienda de Plato, un caliente pueblo alejado en el departamento del Magdalena. Ese día, decidió suicidarse. Aunque no sería la única, ni última vez que sentiría morirse.

Esa tarde, al llegar a su casa, el rostro de su mamá se descompuso al verla toda sucia y maloliente. Luego de bañarse tomó un frasco, quién sabe de qué, y se tomó de rapidez todas las pastillas que contenía. No recuerda en qué momento su madre entra en la habitación, la toma en brazos y la lleva a urgencias. Las mamás siempre saben, y «ella sabía que me hacían bullying en el colegio, que sufría mucho por eso».

La voz de María no suena a lástima. Todo lo contrario, se maneja con una seguridad mayor a la de quien jamás ha pasado por un mínimo tormento. Tiempo después sabría que las curvas que la afligieron al punto de intentar quitarse la vida la llevarían a pasarelas internacionales, poniendo su rostro frente a los lentes de los fotógrafos más reconocidos y su cuerpo voluptuoso como imagen de diseñadoras famosas y marcas importantes de moda.

Desde muy pequeña sintió las miradas de reojo que la señalaban sin apuntarla con el dedo. Era una niña más grande que las de su edad, y también más rellenita. «Me ponían pruebas constantes para burlarse de mí, yo creía que haciéndolas me iban a aceptar. Llegaba a la casa llorando casi todos los días porque pensaba que tenía nariz de cerdo», cuenta ya sin amarguras.

Así pasaron 10 largos años. «Fue una etapa muy fuerte y solitaria». Pasó más tiempo en el consultorio del psicólogo que en el salón de clases. Aunque nunca perdió un solo examen. El estudio era su escape, su manera de soñar otra vida.

Como todas las que nacieron en los 90 -o casi llegando a ellos, como María, que es del 89-, padeció el estereotipo del 90-60-90, las supuestas medidas perfectas. Se quería ver esbelta a toda costa. Entonces, sin darse cuenta, se volvió bulímica. Vomitaba todo lo que consumía, hasta que llegó a ser una poco saludable -para su edad y contextura- talla 8.

«La gente cree que un niño no puede pensar en suicidarse, y sí que puede. Yo lo pensé porque me sentía sola, por eso el apoyo de mis padres fue primordial en mi recuperación. Quienes te acosan quieren destruirte para reflejar en ti sus propias inseguridades. Cuando entendí que mi cuerpo también es bello, me dije a mí misma que los únicos límites me los pondría yo», expresa tajante. Y no deja de recalcar que no guarda rencor, que para salir adelante perdonó.

Pero eso no lo logró sino hasta que dejó Colombia para atravesar medio mundo hasta asentarse en la subpolar Reykjavík, capital de Islandia, a 7 horas de calendario más que en su país, 7.805 kilómetros aproximados en línea aérea. «Muy lejos, y muy distinto». Allá la llevó su mamá, donde vivía el esposo y su actual padrastro.

Llegó a los 15 años a tratamiento con el psicólogo y a aprender islandés. A adaptarse al clima de -1°, después de pasar por los 37° de Plato. Fue después de unos pocos meses que ingresó a la escuela. Y creyó conocer el terror cuando le avisaron que después de las clases de natación todas las niñas se bañaban juntas en duchas abiertas.

«Imagínate», se ríe, y continúa, «yo que sufría con mi cuerpo, pasar de ser juzgada a bañarme desnuda frente a unas 20 niñas era impensable. Hasta le dije a la profesora que tenía una enfermedad en la piel que no me permitía meterme en la piscina», recuerda ahora con picardía.

La cosa no fue tan traumática como pensó. Mientras ella se bañaba nadie la miraba, era como si no existiera. Y esas extrañezas que sintió cuando pasaba por el pasillo hacia su locker sin escuchar insultos o cuando acertaba en la pizarra y le aplaudían, se convirtieron en su cotidianidad.

«Como estábamos en plena época de preadolescencia, los niños ya se empezaban a gustar entre sí. Yo nunca quise pensar en eso porque me consideraba fea. Por eso me sorprendía con todos los muchachos que atraía», cuenta. Los 1,74 metros de estatura, la piel bronceada y el cabello de ondas castañas eran toda una novedad en un país nórdico de mujeres pálidas, rubias y ojos claros.

Ahora tenía amigas de verdad, que no la rechazaron nunca. «Allá no existe esa estética violenta que se manejaba en Colombia. Veía a niñas más gorditas que yo caminar con una seguridad y orgullo que no conocía, eso fue un gran choque. Decía «si ellas pueden, yo también». Y así lo hizo.

Pronto se vio tan bella, que los halagos que recibía en las fotos que subía a redes sociales la motivaron a ingresar a una academia de modelaje. «El día que amé mis curvas encontré la libertad. Antes ni sabía qué era eso. Estaba atrapada en mi propio cuerpo, mi cuerpo era mi prisión, como lo es para muchas mujeres hoy en día».

El modelaje.

Para ese momento ya publicaba sus fotos sin tapujos. Pero el salto de la agencia a las pasarelas pasó luego de que Arnold Bjornsson, el fotógrafo de las reinas de belleza de Islandia, posara su lente frente a ella. «Me vio en redes y me contactó, quería hacerme un portafolio profesional. Lo envió a la mejor agencia de modelos de Islandia, a los tres días firmaba contrato con Nude Magazine».

En menos de dos meses ya tenía la agenda llena. Zara Islandia, que incursionaba en la moda plus size, la convirtió en su imagen de campaña. Apareció en las vallas publicitarias del país entero y en los afiches de todas las tiendas. Así le pasó con otras marcas importantes de la industria como Dorothy Perkins, Lindex, Topshop y Vero Moda, que le confiaron lucir sus prendas.

Pronto su rostro se volvía tan reconocido que desafiaba todos los estándares de belleza europeos. Fue tan cotizada que llegó a ser la imagen de diseñadoras mundialmente famosas como la inglesa Karen Millen y la islandesa Sigrún Lilja Guðjónsdóttir, cuyos diseños han vestido a artistas de Hollywood como Eva Longoria y Anne Hathaway.

María Jiménez Pacífico ha sido portada de las principales revistas de moda más importante de Islandia y Escandinavia, como Vikan. Desfiló en el Copenhagen Fashion Week, apareció en las páginas de Plus Model Magazine y posó desnuda para la revista Vogue Italia.

«Celebro todos los días la decisión que tomé de quererme y aceptarme como soy. Luché incansablemente por tantos años en contra de esas llamadas imperfecciones y cánones de belleza establecidos por nuestra sociedad. Hoy miro hacia ese pasado turbulento y agradezco las experiencias que me convirtieron en una mujer indestructible», expresa.

Antes de llegar a ese punto de satisfacción y convertirse en la modelo colombiana de talla grande con mayor reconocimiento internacional tendría que enfrentar otros males luego del bullying, que también la pondrían al límite de la muerte, porque «una violación es casi como morir».

Las violaciones

En 2008, María estaba apenas encontrando la identidad que el bullying le arrebató sin siquiera conocerla. Comenzaban sus primeras poses en las pasarelas de ensayo y error de la escuela de modelaje. Y también su mayoría de edad.

Una noche asistió a una fiesta en casa de unos amigos de confianza. Con algunos tragos por delante, sin estar embriagada, el anfitrión le ofreció llevarla de regreso. «Supuestamente para cuidarme. Íbamos caminando cuando, de repente, me tiró hacia un jardín y abusó de mí. Nunca me preguntó nada. Y todo sucedió tan rápido que me quedé estupefacta».

Era unos cinco años mayor que ella, y su amigo. No fueron esas las razones, pero en ese momento no lo entendía como una violación, o prefería no hacerlo. Se sentía rara, llegó a llorar a su cama aquella noche, y la recuerda con algo de repulsión. «No fue normal, pero preferí no decir nada, quizás por miedo. Y es la peor decisión que una mujer puede tomar, hay que hablar, pero esa vez no lo vi tan claro», admite.

Unos años más tarde la historia se repitió. Era día de fiesta en Reikiavik y su rostro ya lo tenían fichado algunas marcas importantes de moda. Así que decidió ir con su mejor amiga al club más popular de la ciudad, al que iban todos los famosos. Dentro, un hombre le ofreció un trago, lo aceptó porque su cara era familiar, salía en las noticias opinando sobre temas jurídicos.

«Cuando hablaba con el abogado mi amiga me dice que tiene un cumpleaños, yo le dije que me quedaba. No recuerdo mucho más después de tomarme una copa de champán a la que le pusieron una droga sin darme cuenta. Despierto y encima mío está un hombre que en mi vida había visto, en una habitación completamente desconocida», narra.


“No importa si tienes una talla 32 o una 52, puedes estar sano siempre que cuides tu cuerpo, trabajes y te digas a ti mismo «te quiero», en vez de aceptar la negatividad de los estándares de belleza». Así expresó su orgullo y el de cientos de mujeres la modelo de tallas grandes estadounidense Ashley Graham en Instagram. Tiene una 46 y es sin duda alguna una de las famosas más deseadas del mundo de la moda en la actualidad. Es el epítome de la modelo curvy. Como ella, numerosas modelos optaron por lucir y presumir con orgullo de su cuerpo, con curvas, lejos de la imagen de las modelos tradicionales con su pequeño 32 ó 34.

En la actualidad, se considera que las modelos que tiene una medida superior a la talla 40 son «plus size». Esta talla, considerada normal para una mujer exterior al mundo de la moda, es la cifra límite, como una frontera entre las mujeres que ejercen de modelos. En un mundo cada vez más exigente, impulsado por las redes sociales y el culto de la imagen, estas mujeres pretenden dar un golpe en la mesa y demostrar que tener curvas no es incompatible con ser guapa, atractiva y deseable. Rompiendo todos los prejuicios en definitiva.

Prueba de ello fue por ejemplo la victoria de Whitney Thompson en la décima edición deAmerica’s Next Top Model. Por primera vez, una mujer con talla 40 ganó el programa. Otras modelos como Mila Dalbesio, primera modelo curvy de Calvin Klein, o Candice Huffine, primera mujer con curvas en aparecer en el Calendario Pirelli, rompieron los tabúes. Dar visibilidad, ayudar a las mujeres, y sobre todo aceptar su cuerpo son algunos de los mensajes que pretenden transmitir. ¿Está listo el mundo de la moda para acoger a estas mujeres con una talla que no se considera estándar? Así parece ser, ayudado por redes como Instagram en las que estas modelos lucen sus cuerpos, en ropa interior y con una seguridad desconcertante.

Descubre 20 modelos ‘curvy’, que tienen una talla comprendida entre la 40 y la 48, y que se enorgullecen de su cuerpo, más allá de las críticas y de los clichés.


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